Sobrevuelan la zona de día e incluso de noche. Los vecinos saben que algo raro pasa. Y muchos tienen miedo. Los narcoaviones desafían los controles y hasta la reciente instalación de radares para detectarlos. Una recorrida por el norte de Santiago del Estero permite verificar cómo llegan a Tucumán las drogas desde el noreste. Caminos de tierra desiertos y cientos de kilómetros de monte conforman una geografía ideal para ingresar sustancias ilegales. Se calcula que hay cientos de pistas clandestinas en las que aterrizan los vuelos provenientes de Bolivia y de Paraguay. En esos parajes santiagueños los pobladores se debaten entre la curiosidad y el miedo. Y a las autoridades no le alcanzan los medios para enfrentar la realidad.